Radio Capital: pistas para el esbozo de una sociedad viable
Hace algunas semanas Radio Capital celebró sus tres años de creación. Una propuesta diferente en las radios noticiosas, las mismas que antes gozaban de un perfil acartonado y por momentos hasta somnífero. La más grata sorpresa que nos dió esta nueva señal fue constatar que aquellas personas que veíamos en la tele en una actitud sobria y mesurada podían ser ocurrentes, dicharacheros e infinitamente irónicos. Lo que se conoce como un "estilo ágil", término mentado y vilmente arrogado tantas veces buscando presentar una máscara de naturalidad y cercanía con los oyentes, puede ser bien merecido y genuino en el caso de Radio Capital en la que, se nota la honestidad de las posiciones, la espontaneidad con que son expuestas hasta con tomadas de pelo, muchas veces en complicidad con los radio-escuchas.
Los estados de ánimo así transmitidos por sus conductores, sus ataques de asma, su degustación de un delicioso pan con tamal o su indignación ante una llamada machista permiten que el oyente se conecte inmediatamente con el ser humano al otro lado del micrófono como lo que son, realidades únicas con grandes cualidades, a la vez que tremendas diferencias y coincidencias con su forma de pensar. Pero Radio Capital ha hecho mucho más que eso. En mi caso, me ha hecho escuchar radio para otra cosa que no sea música, a reparar en la chambasa que requiere coordinar con todas estas personalidades bastante complicadas a la vez que se empatan tiempos, avisos de los anunciantes, minisegmentos y transmisiones en vivo; hasta me ha ayudado a reconocer portátiles! Atrás quedaron eso tiempos en que la radio de noticias olía a naftalina o a prozac.
Pero también es cierto que, luego de 3 años de exitos, Radio Capital ha llegado a la "meseta" de su vida. El peligro que enfrenta ahora es el de cualquier producto creativo: un rápido agotamiento de la propuesta. Por eso necesita no dejar de reinventarse tanto o más que otros productos "tradicionales" del grupo RPP, pues su target lo demanda y demandará. Además, me ha permitido investigar en el tremendo campo de estudio sociológico que sin querer queriendo se ha convertido, celebrando cada estatequieto bien plantado a algún faltoso, pero también haciendo bilis por un comentario de más. Me ha permitido, ha través del twitter, expresar mis puntos de vista a algunos de sus conductores. Algunos de ellos han sido escuchados, otros no y otros menos respondidos en diversos tonos. Temas como "los periodistas no tenemos poder", por ejemplo, me sorprendieron ingratamente; una negación del papel histórico, para bien y para mal, del periodismo y los medios en la historia reciente de las sociedades.
En todo caso, aceptarlo tal vez sea una responsabilidad demasiado grande como para bancársela tan fácilmente y en vivo. A ratos también se notó alguna falta de comunicación con la gente. Aclaraciones, por ejemplo, de la posición de la empresa frente a algunos altercados entre sus conductores. Aclaración que llegó recién a las 6 am de un día x, luego de una orden judicial. Se podría decir que "bueno y a ti eso que". Pero sería chocar contra el mismísimo slogan, espíritu de la radio que los arropó durante todo este tiempo y que espero nunca los desabrigue, por más tedioso que resulte bancarse un porcentaje importante de barrabasadas al día.
De la performance de sus conductores, puedo detallar algunas breves apreciaciones, sin pretender ser el siervo del general romano recitándole al oído "recuerda que eres mortal", pero prueba de las emociones encontradas, diversión y reflexiones sobre tanto temas cotidianos con que me han enriquecido. De los que a la fecha están, aquí van, sin ningún orden:
Augusto Alvarez Rodrich: de quien destaco su capacidad para analizar los temas, su agudo ingenio y su capacidad para el encuentro de posiciones en un punto neutro y para hacer empatía con sus invitados, sean los que sean. Sus críticas son siempre bien recibidas por el tono en que las hace. Por más indignado que se sienta el aludido, no podrá responder mal porque saldrá perdiendo ante el público. A él se debe el relanzamiento de palabras de sabrosa sonoridad como "cuchipanda", en sus inicios en TV. Siempre que podía comentaba sus columnas en Peru21 y luego ahora en La República. Su apariencia imperturbable en la tele contrastaba con sus ironías. Pero el deschavamiento (en su correcta acepción según el contexto) fue total cuando pasó a Radio Capital en donde su perfil se hizo más congruente.
Con Carlos Carlín hubo como un desinfle entre su imagen ocurrente, vital y activa como pataclaun a un conductor de un humor más sobrio. Aunque su ironía se percibe, no tanto en lo que dice, sino en los silencios que deja al hablar; esos que valen más de mil palabras. A veces es verdad que esos silencios se ven interrumpidos por el ruido de una bolsita de tortees pero eso también le sucede a Augusto a cada rato en su segmento de "comiendo a gusto" donde se le oye un curiosos acento portugués al hablar con el pan con tamal a medio deglutir.
Juan Carlos Tafur: Liberal, hincha convicto y confeso de la "U", también estuvo en "Dos Dedos de Frente" con AAR y dirigió varios periódicos. El último: Diario 16, donde también tiene su columna Rosa María Palacios, colega radial. Es exalumno de La Inmaculada como yo, lo cual descubrí escuchándolo en Capital. Su estilo campechano, directo y sin medias tintas dan una tremenda impresión. Esto se puso de manifiesto en su célebre encontronazo con un cantante religioso a quien hizo cordialmente leña. Es curioso pero son ya varios exalumnos, incluyéndome, los que se muestran indignados frente a la intolerancia y el dogmatismo. Tal vez en algo tuvo que ver el colegio. Juan Carlos demuestra una tendencia a expresar la verdad cruda, descarnada, libre de maquillajes por lo que incluso resulta relevante dentro del cinismo social que tapa la boca de quienes están frente al micrófono, limitando su capacidad de expresarse ante una injusticia con todo el léxico que la ocasión amerita. Si están bien puestas, están bien dichas, habría dicho el mismísimo Luis Jaime Cisneros.
Mónica Delta: a quien conocí de pequeño y de quien recuerdo que tocaba la guitarra en las fiestas que se hacían en mi edificio, de cuando los vecinos se organizaban, departían y aun no se llenaban de recelos, enfrentamientos y anomia. Mónica siempre ha tenido un perfil serio en la tele, pero la pasión con que emprende todo y que se transmite en su toma de posiciones frente a la corrupción, el abuso y la falta de sensibilidad es evidente y no tiene nada que ver con el formato que le impone la pantalla. Se percibe, a veces más en radio que en la tele, que Mónica podría agarrar a cachetadas al oyente faltoso si pudiera. Su contensión llama a la solidaridad y a compartir esa indignación en la gente.
Rosa Maria Palacios: aquí tengo que detenerme un poco. Rosa María es una personalidad compleja. No tanto por sus posiciones frente a la problemática que toca en su programa, sino por el famoso tonito, entre irónico, sarcástico y cachaciento con que las emite. A cualquiera que no tiene la suerte de conocerla personalmente podría hervirle la sangre si alguien le hablará así en vivo y en directo. Por lo mismo, calculo que sus odiadores son tantos como sus admiradores.
Su aguda inteligencia y su valor para no callarse ni una jota frente a lo que le critiquen es admirable. Su carácter confrontacional le ha hecho tener que bancarse con más ataques que probablemente todos los conductores de Capital juntos. Pero se nota que su consecuencia la lleva por ese camino y lo encara con valor a la vez que con mucha naturalidad y diversión. Es el precio. Tal vez tener demasiada "conciencia de su inteligencia" sea un obstáculo para tener una relación más cercana con quienes la ven y valoran sus comentarios y entrevistas. Aunque cierto es también que, en una sociedad machista e intolerante lo más difícil de aceptar es una mujer capaz, mordaz y lapidaria, por más que nunca deje de esbozar una sonrisita mientras masacra a un invitado con sus preguntas y repreguntas.
A pesar de sus ciento veintitantos mil seguidores en twitter, este medio es la peor herramienta que puede usar Rosa María para comunicarse o responder. "Rosita" (AAR dixit) necesita que la gente este frente a ella para darle la debida entonación a sus apreciaciones, y no 140 caracteres sin tono ni modulación. Además, contestar adecuadamente a los cientos de tuits que debe recibir a diario es poco menos que imposible, dejando con la "hiel" en los labios a los muchos tuiteros que buscan ser percibidos pero que reciben a cambio la indiferencia o el despecho traducida en una frase directa, corta y cortante. Tal vez debería tomar la misma decisión de Mónica y dejar el twitter...
Con ella tuve minimicrocontrapuntos como el de recomendarle algunas películas sobre los medios y obtener como respuesta directa, corta y cortante que esas "son ilusiones"; esas son las cosas que te dejan con la P de "pero..." en la punta de la lengua.
Jesus Veliz y Cesar Bedon: Son los que más han leido al aire mis tuits. La necesidad de percepción que todos los tuiteros -motivo de varios estudios sociológicos también- llevamos dentro me podría hacer hablar demasiado bien de ellos. Pero Jesús es obvio que domina las calles y los gadgets, mientras que César tiene un sentido del humor "genial", "tal cual" debe ser para un programa que es un mate de risa.
Sobre Patricia Melgarejo siempre me he preguntado como es que resolvió la actitud que debía tomar frente a los problemas y entredichos mediáticos que tuvo Phillip Butters -su compañero de programa- con Carlos Carlín. Pero lo cierto es que mucha veces la vehemencia de Phillip es acallada por su deseo de opinar en igualdad de oportunidades sobre el tema, dando luces con mayor ponderación pero con igual tono firme. De Phillip se puede percibir que a veces -como a otros conductores también les sucede- las entrevistas se convierten por lo controversial del tema en una necesidad, no de escuchar al especialista, sino de confirmar una teoria personal, confundiendo el verdadero objetivo de la entrevista con el de un editorial.
Esas son las personas y personalidades con las que he podido discrepar y coincidir al seguir la radio en cuanto puedo escaparme de la rutina. Su labor es más importante de lo que ellos piensan o de lo que se niegan a admitir. Sus voces acompañan a la secretaria que se esconde en la cafetería para llamar y opinar, al transeúnte que llama para pedir un consejo o a notificar de una emergencia, al ama de casa en su propia cocina. Las expectativas que crean en una sociedad, no sólo necesitada de alivio económico y emocional sino de escuchar y dejarse oir, son enormes. Un comentario mal hecho, una respuesta desproporcionada que reprocha en vez de sugerir una solución puede tener más de un efecto o cadena de efectos. La responsabilidad es grande, pero la respuesta frente a esta misión de comunicar mucho más que hechos y coyunturas ha sido muy buena.
Podemos estar confiados en que, sea cual sea su opinión, su presencia en el dial permitirá que la gente se siga comunicando en una pista de doble vía, regla básica para construir una sociedad que se asuma como tal, con más "desarrollo" que "crecimiento", sabiéndose una sola dentro de su infinita diversidad y sus contradicciones.
El camino es largo, el mensaje uno sólo: Tu opinión importa.